Espumas en mi orilla

Escucho el sonido sutil de sus microburbujas estallando cerca de mi oreja, siento su fértil capacidad de multiplicarse a solicitud de mis manos que estrujan la esponja golosa, de donde sale más y más de ella con su blanco ávido de conquista y desorden en mis superficies; siento también su aroma a vainilla dulce cuando hundo mi nariz en el centro mismo del big bang que acabo de crear entre mis dedos, con una mezcla de tres gotitas del gel de baño y agua tibia.

Vestida de espuma, aromas y placeres en estas cuatro paredes de mi ducha, invito a mi mente a viajar intrigada y ociosa por preguntas tales como ¿cuándo y cómo sería la primera vez en la historia de la humanidad que un ser humano le puso intención a la espuma? intención de leche caliente alborotando el café, intención de frescura en la cerveza, de seducción en la champaña… intención e ilusión de más limpieza en el detergente ¿plagiaría ese ancestro sus ideas de la espuma que nos regala el mar a su llegada? ¿o de las estelas de los navíos en los mares tranquilos? ... y sigo preguntándome: ¿qué mágicos componentes hacen que mi aromático gel de baño trasmute hoy en esta sublime galaxia de burbujas? ¿por qué siempre tan blanca y tan seductoramente impredecible?

La lluvia que cae de pronto desde el techo de mi ducha se lleva consigo espumas y preguntas sin respuesta, en este recinto donde hoy he sido orilla.