"Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera"
Pablo Neruda
Vivo a escasos 10°30′00″ N de latitud sobre el
Ecuador, en un país tropical donde sólo se habla de invierno y de verano al referirse a estaciones ,
donde las lluvias -o su ausencia- se disputan el protagonismo de los cambios.
Crecí escuchando hablar de la primavera, la
conocí en películas, en versos, y luego en algún viaje a otras latitudes ricas
en estaciones.
De todas ellas, la primavera siempre
fue mi preferida: siempre bienvenida en mi imaginación, sinónimo de vida que triunfa, de color que
invade, de invitación a salir de las oscuras cuevas anímicas de helados inviernos, a abrir las ventanas, a deslastrar la vida de
pesados abrigos y a hacer contacto con la brisa que trae -feliz sobre su lomo- nuevas, coloridas e insospechadas posibilidades .
Crecí creyendo, resignada, que la primavera era
patrimonio de otros lares, paisaje para otros ojos, vivencia de otras pieles...
Hasta que un día sucedió algo fascinante: en
mi natal Caracas, en el mes de mayo, se inició una generosa y simultanea
explosión de flores lilas, amarillas, anaranjadas y moradas en las otrora
desnudas ramas de bucares, araguaneyes, apamates y trinitarias . De la noche a
la mañana, como si se hubieran puesto de acuerdo para sorprenderme, cientos de
árboles se vistieron de primavera en las calles, nevando las aceras de colores
efímeros, dándole a mi ciudad un aire impresionista que hubiera sido el deleite a los ojos de Van Gogh, ¡y todo esto sucedió en
medio de una feroz sequía , de temperaturas que invitaban a la sed, al
incendio, en una ciudad asediada por el
miedo, la sangre y la basura, poblada de 3 millones de historias que replican
verbos comunes de escasez, desesperanza y desolación!.
Bienvenida sea siempre la primavera que me
enseña a verla, a reconocerla en mi propio patio, a decirle adiós a los árboles desnudos, bienvenida siempre con su
mensaje de que, aún en los inviernos ( o veranos) más largos y terribles, la
vida late agazapada en las raíces, en los troncos y en las ramas... late
escondida desafiando la muerte y se hace
presente en el más insólito momento para recordarme los colores de la esperanza,
el alimento de los sueños, el aliciente para seguir...
4 comentarios:
Hermoso Luisa... muchas gracias por regalarnos tu sentir. Que en esta ocasión siento nos regalas el poder grandioso de la Vida para lograr florecer. Y nos regalas la esperanza del nuestro, aún en las noches mas oscuras del alma...
Gracias Infinitas
Tu CafeBioUpana que te quiere mucho
La verdad Luisa no deja de sorprenderme tu sensibilidad poética y maravillosa de relacionar lo sublime y la realidad de manera tan suave que se pierde lo terrible de esta situación caótica que vivimos en el día a día, con lo hermoso del paisaje que nos regala tu mirada llena de colores y esperanza.
Besos
Elba Avendaño
No es fácil pronunciarse acerca de cuál tiene más colorido, si el afán de esa nuestra Caracas de maquillarse para seducirnos, o si el escrito de Luisa La E. para congraciarnos con la seductora. Lo que sí es fácil es entregarnos a sus coqueterías y quedarles más que agradecidos. Pablo Liendo
Me encanta que sigas siendo tan tú, tan senSible, taN CARAQUEÑA...TE EXTRAÑO MUCHÍSIMO...
Colette.
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