¿Cabeza para pensar?

Mi cabeza, esa esfera irregular que corona mi cuerpo, bóveda custodiadora de mi cerebro, habitación con ventanas que dan al color, a la forma, al sonido, a los sabores y aromas… mi cabeza, siempre arropada de felpa que insiste cada vez más en el color blanco sin mi permiso castaño oscuro.

Esa cabeza que me acompaña desde que me levanto hasta que me acuesto, y más allá, que uso para pensar, para armar y desarmar grandes ovillos de vida, descansa en este momento como balcón saliente en la negra batea de lavado de cabello en la peluquería.

Mi nuca se encaja complacida en la concavidad aliada, me entrego, cierro las persianas de mis ojos y siento, sólo siento, el cauce del agua tibia y espumosa descubriendo todos los caminos posibles entre mis mechas; un arrullo como de lluvia tímida siembra de paz mis oídos que se dejan mojar en secreta trasgresión.

Las manos fuertes y suaves de la peluquera proliferan y se multiplican en dedos, cada uno en intenso contacto con mi cuero cabelludo, cada uno pareciera decir “es aquí, es aquí”. Aquí es el placer supremo de un regalo que recibe muy poco mi fiel cabeza, una sensación única se apodera de mí, una danza dionisíaca de neurotransmisores, una fumada fantasma de un opio endógeno y gratuito. Me entrego al “aquí y al ahora” sin pensar, sólo siento, SIENTO ¿quién dijo que la cabeza era sólo para pensar?



Blogalaxia Tags:

No hay comentarios:

Aquí y ahora

Aquí y ahora