Vipassana: Armando mi rompecabezas



Vipassana es una de las técnicas de meditación más antiguas, orientada al logro de la felicidad y a la liberación del sufrimiento a través del manejo enfocado y ecuánime de la mente en las sensaciones del cuerpo, en el marco de un esquema no sectario,  ni religioso, con preceptos universales de amor, compasión, armonía, cuidado de la vida. Fue desarrollada por Budha hace 25 siglos y entregada al mundo de generación en generación, enseñada por maestros que tuvieron el cuidado de mantener su pureza.

En 1969, S.N  Goenka,  birmano de ascendencia hindú, luego de aprender la técnica y hacerse maestro, sintió el llamado de encontrar un esquema en el que mucha gente en todo el mundo pudiera aprenderla también para su inmenso beneficio, fue a la India y allí desarrolló el concepto del curso gratuito de 10 días dictado en los centros Vipassana, en lugares apartados de las ciudades,  en muchos países, financiado por donaciones voluntarias de estudiantes antiguos.

Hace solo 5 años tuve conocimiento de la existencia de esta insólita posibilidad, que implica sumergirse durante 10 días con un grupo de personas, sin ningún tipo de contacto con el mundo exterior (ni celulares, PC´s, TV´s, tablets, etc. nada que distraiga de ese monumental viaje interior), en silencio total durante todos esos días y con una agenda diaria intensa de horas de meditación en las que día a día los participantes vamos avanzando en el aprendizaje e incorporación de la técnica.

Desde entonces había soñado con vivir esa relevante experiencia, en torno a la cual siempre  se escuchaban  inquietantes historias de  gente que no lo logra, que abandona los primeros días, dado su alto nivel de exigencia; pero no lo había podido hacer porque estaba sola en Venezuela a cargo de mis dos padres ancianos y me parecía muy riesgoso dejarlos 10 días sin poder comunicarse conmigo en caso de alguna necesidad o emergencia.

Dicen que cuando el alumno está listo, aparece el maestro (y el momento)… y así fue: mis padres ancianos murieron y el universo conspiró flagrantemente para que al fin pudiera aventurarme en esa gran interrogante de crecimiento y evolución llamada Vipassana.

Escribo estas líneas a escasos dos días de mi regreso; necesitaba un tiempo para digerir esa vivencia tan marcadora, sobre la que quiero compartir algunas experiencias sobre un par de temas que inquietan a muchos.

Sobre el noble silencio:  Amigos y conocidos se espantan cuando saben que Vipassana requiere lo que Budha llama “el Noble Silencio”, algunos me decían:  ¿qué?? ¿10 días sin hablar con nadie? ¡yo me volvería loco! Afortunadamente, nunca le temí al silencio: desde niña solía buscarlo como alimento para la reflexión y creación. Vipassana me regaló un banquete de silencio que me permitió escuchar con agudeza sonidos fascinantes como el aire al entrar y salir de mis pulmones llenos de vida, el sonido del roce de los distintos tejidos de las ropas en movimiento, el canto diferente de cada especie de pájaro en las distintas horas del día, el concierto de grillos al anochecer, el zumbido profundo del vuelo de un colibrí, el alboroto del viento entre los frondosos y enormes árboles de la selva tropical, las gotas diminutas y sutiles, o grandes y fuertes de la lluvia sobre la tierra y las piedras, el viaje dulce del río montaña abajo… Sin duda, el silencio fue el mejor aliado de la meditación, de la concentración y del foco. Imposible realizar el profundo viaje interior de Vipassana sin la compañía de este noble compañero.

Sobre el aislamiento:   ¿Se imaginan pasar 10 días sin ponerle la mano encima al Smartphone, o a cualquier dispositivo de tecnología de información y comunicación? ¿sin WhatsApp? ¿sin Facebook? ¿sin Google? ¿sin Instagram? ¿sin leer un libro o alguna información que nos regala la red? ¿se imaginan no saber nada de la familia, del país, del mundo? ¿se imaginan? Este es otro tema aterrador para mucha gente. Esto sí que fue más complicado… en las horas de descanso me preguntaba por mi gente querida, por los acontecimientos en mi país, Venezuela, en uno de los momentos más críticos de su historia contemporánea. Decidí confiar… confiar en que si sucedía algo malo a mi familia, lo sabría, lo sentiría de cualquier manera, decidí dejar que el mundo allá afuera siguiera girando sin mí en mis predios habituales. No soy indispensable y eso fue una excelente reconfirmación. Constaté también que, al igual que el silencio, el aislamiento y la desconexión son vitales si queremos sumergirnos profundamente en el viaje de aprendizaje de Vipassana.

En mi largo itinerario de vida por el agnosticismo, por la psicoterapia Gestalt, por la Biodanza, he ido armando un fascinante rompecabezas que responde a mis preguntas fundamentales y existenciales como: ¿qué implica ser un ser espiritual teniendo una experiencia humana? ¿y un ser humano teniendo una experiencia espiritual? ¿cuál es el camino para la liberación del sufrimiento (no del dolor inherente a la vida misma)? ¿cómo vivir para alcanzar (y compartir) más felicidad?

Vipassana resultó ser una pieza importantísima en ese rompecabezas. 

No fue nada fácil llegar hasta el final. Siempre supe que podría hacerlo, pero la experiencia fue una de las más retadoras de  mi vida, mucho más difícil de lo que pensé.


Agradezco hoy a Budha por su inmenso y generoso  aporte, a todos lo que transmitieron esta joya de generación en generación por 2.500 años, a todos los que hicieron posible que yo hoy, a mis 57 años, haya recibido con tanto amor y dedicación todo este conocimiento que enriquece inmensamente mi arte de vivir.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy justo y hermosamente expresado este reconocimiento que haces a la técnica Vipassana, Luisa Elena. Yo también he realizado esa experiencia y recorrido un camino de búsqueda que ha pasado por biodanza, psicología, coaching, gestalt, religiones comparadas y agnosticismo. Bienvenida de nuevo, así repotenciada, al mundo real y virtual.

ANGONFER dijo...

Muy buena experiencia, debe ser muy interesante vivirla. Gracias por compartir tus vivencias. Un abrazote.

Anónimo dijo...

Mi querida Mosquetera!!!. Un viaje sin el ruido de la palabra, por la magnificencia de la palabra en el silencio trascendente. Bello!....Demasiado hermoso!. Gracias por ser!

Unknown dijo...

Que lindo leer tu compartir de tan hermosa vivencia, hay que experimentarlo para entenderlo, una vez que dominamos la tecnica, la experiencia es muy personal y rico sentir en un viaje interior reconociendo y honrando nuestro cuerpo y el milagro de la vida en conexión con nuestra divinidad y origen, un amoroso abrazo mi querida y siempre presente biopana.

ricarblogger dijo...

Querida biopana,gracias por existir,gracias por tus aportes siempre tan valiosos. Grande abrazo

pastor de estrellas dijo...

Felicitaciones mi querida amiga, por tu entusiasmo y valentía, por ir al encuentro de los sonidos del silencio...Admiro tu continuo crecimiento personal y por tu fortaleza de cuerpo y de alma. Un gran abrazo con admiración.

Miriam Castillo P. dijo...

Excelente la experiencia y mejor aun tu capacidad para relatarla...Felicitaciones y gracias

Emma Garcia Abello dijo...

Interesante tu experiencia mi querida Luisa. No me la imagino, sería difícil para mi. La mayoría de nosotros vivimos en un aislamiento obligado y una soledad auto impuesta. Ahí dejo mi reflexión.

Aquí y ahora

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