Invisible



Ser invisible solía ser una gran ventaja… para el famoso personaje del “hombre invisible” en comics impresos de mi adolescencia y –más recientemente- para Harry Potter cuando se oculta bajo la capa mágica de invisibilidad que le entregó Dumbledore como herencia de su padre para protegerse del malvado Voldemort.

Pero esa ventaja de ser invisible en la fantasía del comic, del cine y de la literatura, ha dado paso a la desconcertante y alienante realidad de ser DE VERDAD invisible sin haberlo decidido voluntariamente.

Hoy en día constato con inquietud que soy invisible cuando subo en el ascensor de mi edificio y el resto de sus pasajeros acunan entre sus manos su teléfono inteligente (smart phone) presionando sus teclas con determinación, acariciando bolitas que no conducen a placeres memorables, deslizándose por pantallas táctiles llenas de mundos tentadores de imágenes y textos en alta resolución.

Soy invisible –por instantes- cuando se repite esta historia con otros teléfonos y manos de todas las edades y colores en los momentos más diversos como una reunión de colegas, una sesión de coaching, una reunión familiar o de amigos, un taller en una empresa, un funcionario prestándome un servicio, almorzando con mi hija…

Cuando soy invisible detengo mis palabras, invito el silencio a hacerse cargo de lo inevitable, observo con atención el fenómeno que se repite una y otra vez… me resigno y pienso “ya apareceré de nuevo”. Cuando soy invisible algo se detiene dentro de mí, como un río de ideas, de palabras y emociones que se topa de pronto con una represa, y entonces unos miligramos de tristeza y desencanto aparecen como fugaces gotas de rocío en la mitad de mi pecho.

La presencia plena, esa que se da cuando abrimos la mente, el corazón y la voluntad a la hora de escuchar a otro ser humano y recibir lo que emerge de esa interacción, es un activo cada vez más escaso en el siglo XXI. Las nuevas tecnologías de información y comunicación nos hacen más productivos (¡por ello me encantan!) nos conectan maravillosamente con otros pero… ¡oh paradoja! ¡a veces también nos alejan, nos desdibujan, nos hacen invisibles!

Ahora que yo también tengo en mis manos el poder de un teléfono inteligente, puedo entender el monumental reto de permanecer incólume ante el egocéntrico, urgente y característico beep que toca la puerta de mis oídos anunciando la llegada de un e-mail, un SMS o un mensaje de chat, con su carga desconocida de relevancias o nimiedades. En mi firme objetivo de no hacer invisible a los que me rodean, recurro a dos recursos salvadores: 1) la pregunta mágica: ¿Qué es lo peor que puede suceder si espero para abrir y responder los mensajes? y 2) la tecla ON/OFF que presiono sin culpa ni titubeo con mi pulgar derecho silenciando temporalmente las terribles tentaciones que me arrancan de la maravilla de la presencia plena.

Si alguna vez te hago invisible, por favor ayúdame a verte ¡regálame tu amorosa queja!... y si te topas con mi buzón de voz o te encuentras con el silencio de mis teclas … discúlpame, ten paciencia, espérame, llegaré a ti abierta a lo que quieres comunicarme y te escucharé con todos mis sentidos. Vale la pena esperar ¿no crees?

9 comentarios:

Esteban Reyes Marcano dijo...

Muy precisa y cinematográfica tu reflexión. Efectivamente como lo dices al final de tu articulo, necesitamos crear prácticas efectivas para que las nuevas tecnologías no rompan la comunicación presencial. Afortunadamente el caracter asincrónico de las tecnologías de los telefonos inteligentes permite diseñar hábitos y predisposiciones emocionales para postergar las respuestas para esos momentos donde podemos dedicar toda la atención humana a responder los mensajes.
Esteban Reyes

Pablo Liendo dijo...

Hace siglos pasaban por TV una serie llamada "Topper". Con frecuencia yo hago referencia a circunstancias en las cuales "alguien" pareciese estar invisible en una conversación. Ver http://www.archive.org/details/Topper-HenriettaSellsTheHouse

Eduardo Martí dijo...

Quiero apreciarte Luisa Elena tu permanente Visibilidad. Por todos lados apareces y siempre dejas una estela agradable. Tu andar es notorio y no pasa desapercibido, y no porque seas escandalosa ni arrogante. Al contrario es por la dulzura y serenidad de tus pasos y tu hacer. Y puedes estar segura que este servidor adicto al Balckberry preferirá siempre apagarlo que desaprovechar lo que tu presencia entrega.

Bernardo dijo...

Invisible ó ignorado, puesto de lado como un coroto incómodo.
Lo hago yo también, a veces, ¡pero cortiiico! No debería, pero es un precio de la tecnología. Particularmente el BlackBerry Messenger, que es inmediato (casi),requiriendo respuestas también inmediatas.

"If you can't beat 'em, join 'em. (And if you can't join 'em, you have to live with 'em)".

Con invisibilidad,

B.

Ismael P. dijo...

EXCELENTE! como me sentí identificado...

Una vez más: Gracias.

Besos

Gonzalo P. dijo...

Hola Luisa Elena.

Hace unas semanas recibi por otra via este video y me impacto por su sencillez y profundo mensaje.

Tuve mi primer Smart Phone por alla en 2004 y lo aproveche mucho, sinembargo, si no lo administras te pierdes la mitad de la vida. Recuerdo a toda mi familia quejandose los fines de semana o a la medianoche por no estar presente. Era la epoca en que casi nadie tenia un Blackberry.

Unos de mis grandes cambios al venirme a Portugal fue desconectarme de esta tecnologia. Ahora veo los emails a determinada hora y solo recibo llamadas con voz.

El problema, ahora muchos de los que me rodean tienen un Smart Phone.

Para mejorar la situacion, establecimos ciertas normas de 'urbanidad digital'. Algunas son:

1) Los telefonos no avisan cuando llegan mensajes. Hay que tenerlo en modo 'vibrar'.
2) Los teclados estan en modo 'silencio'.
3) Mientras comemos o conversamos no se atienden mensajes. No matter what!.
4) Los mensajes se responden hasta las 10 PM.

Esto se ha ido contagiando a toda la familia y creo que ha funcionado.

Un abrazo.

Gonzalo

D.S. dijo...

Luisa Elena:

Muy buena la acotación. Pero no es nada nuevo, solamente mas intenso. Cuando yo era programador se hablaba de viudas de computador, esposas y novias quienes esperaban mientras el programador ponía los últimos toques en su mas reciente obra maestra.

Por cierto, yo sigo sin celular, inteligente o bruto, por una conversación que tuve con mi padre hace unos cuarenta años. Estaba de moda en aquellos tiempos el radio de banda ciudadana que usaban para comunicaciones móviles. Mi padre tenía tres restaurantes e iba de uno a otro en su coche para atender a la clientela. Le sugerí un radio de banda ciudadana para que se mantuviera en contacto mientras manejaba. Me contesto con una pregunta: ¿Y destruir el único momento de paz y tranquilidad que tengo? Si la gente sabe que tienes celular se molestan contigo si no contestas de imediato, te conviertes en su esclavo.

Se que tu tema favorito es el amor y el amor requiere entrega, mientras mas intima, mejor. Ahora imagina salir a cenar con una linda chica quien insiste en dejar encendido su celular para no perder contacto con el mundo...

Me encantó tanto tu ensayo que lo republiqué aquí:

http://captainccs.com/post/3742715441/invisible-reblogged-from-my-good-friend-luisa

Saludos!
D.

Gonzalo P. dijo...

Es increible, pero cuando veo interactuar a las personas con su Smart Phone me recuerdo de la pelicula El Naufrago cuando Tom Hanks no puede vivir sin Wilson.

Gonzalo

Reni dijo...

Gracias amiga, siempre enriqueciendo mi vida!!

Aquí y ahora

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