Me deslizo enfrentada suavemente por la resistencia del agua dentro de la piscina, un día claro y generoso de sol en Naiquatá; al frente, el Caribe azul cabecea soñoliento sus olas al compás de este mediodía sin horas.
Voy por la orilla con la cabeza y los hombros saludando la brisa marina, y con el cuerpo sub-acuático en diálogo frontal con la pared sumergida; me entretengo con la estampa playera llena de voces juguetonas con cadencia de vacaciones, cuerpos hambrientos de sol y miradas, y montañas que lanzan sus faldas al mar en el vasto horizonte de la costa varguense.
De pronto, inesperada como una ráfaga de viento enloquecida, siento la fuerza invisible de un chorro de agua que golpea con un azar desordenado y vivo las paredes de mi bajo vientre. Se inicia asi un masaje ritual y secreto que regalo en este instante a mi cuerpo, bañado más de placer que de toda el agua azul y clorada de la piscina.
Constato -con la claridad de este día de verano- las divinas complicidades que habitan debajo del agua en cualquier piscina donde se encuentran los cuerpos y las posibilidades.
Celebro mi capacidad de aprovecharlas.
Voy por la orilla con la cabeza y los hombros saludando la brisa marina, y con el cuerpo sub-acuático en diálogo frontal con la pared sumergida; me entretengo con la estampa playera llena de voces juguetonas con cadencia de vacaciones, cuerpos hambrientos de sol y miradas, y montañas que lanzan sus faldas al mar en el vasto horizonte de la costa varguense.
De pronto, inesperada como una ráfaga de viento enloquecida, siento la fuerza invisible de un chorro de agua que golpea con un azar desordenado y vivo las paredes de mi bajo vientre. Se inicia asi un masaje ritual y secreto que regalo en este instante a mi cuerpo, bañado más de placer que de toda el agua azul y clorada de la piscina.
Constato -con la claridad de este día de verano- las divinas complicidades que habitan debajo del agua en cualquier piscina donde se encuentran los cuerpos y las posibilidades.
Celebro mi capacidad de aprovecharlas.
4 comentarios:
De vez en cuando hay que darle su regalito al cuerpo... ;-)
Porque ni que fuera de hierro, no juegue...
¡¡¡ Qué bueno !!!. Tantas veces me he llenado de placer con mis complicidades sub-acuáticas pero nunca había reflexionado sobre ellas ;)
Jajaja, me encantó amiga, ¿quién no ha disfrutado de esos “chorritos”? C.R.
hola
revisaba mi blog
y me puse a ver perfiles conectados por "el lado oscuro del corazón"....
me llamó la atención tus palabras, lo que publicas.
Digamos que me identifiqué con la forma en que saboreas la existencia y haces cuentos cortos de retazos, detalles de la vida diaria y urbana.
A veces he hecho lo mismo, pero no lo escribo, hago una reflexión de un momento, un instante de mi rutina, de cualquier día. eso me gusta.
lo que te escribo es más un puente colgante que una nota, con el fín de por él pasen ideas, imágenes, pronósticos y otras texturas humanas que nos dejen algo adentro, que nos alimente.
Que nos demuestre que no todo es desencuentro en un mundo lleno de hombres vacíos. Que existe lo que llaman lazos sensibles, mundos interiores ricos dispuestos a compartir algo.
me gustaria saber si esas imágenes que acompañan tus articulos las haces tu.
si lo deseas, visita mi blog y bajas alguna foto que te guste.
yo no he escrito nada, sólo he publicado fotos mías y algo de mi trabajo.
(imagino que aqui me puedes contactar al hacer clic en mi nombre)
bueno
que estés bien.
jc
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