Cuadrúpedo felino en mi vientre


Acabo de regresar del largo sueño de la noche, estreno este día feriado nacional acostada en mi cama, extendida como lagarta bajo el sol, en medio del silencio de la ciudad detenida.

Mi vientre siente de pronto cuatro columnas que se hunden en su extensión geográfica, cuatro patas de mi pequeño bonsai de pantera, mi negra, negrísima gata Caraota, quien –en su ritual primigenio de evocación de amamantamiento- comienza a presionar suave y alternativamente sus patas delanteras sobre el manto de grasa suave de mi abdomen.

Me encuentro con sus fijos y extasiados ojos verdes mientras le agradezco con los míos el placer matutino de su masaje y su testimonio de vida sobre mi vientre.

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Aquí y ahora

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