Un día de esos con
oficio de cambiarnos el rumbo, la vieja TV de mi mamá de 88 años, única ventana mediática por
donde su mente se asoma al mundo encogido en 21 pulgadas, dejó de funcionar
irremediablemente… cada día sin su ventana comenzó a durar demasiadas horas, en
donde sus dolores de artrosis grado IV aprovechaban para ser los verdaderos protagonistas
y en donde su mente, con casi nueve décadas grabadas en sus neuronas, comenzaron
a inventarse terribles y amenazantes historias disruptivas y desestabilizantes
para ella y para los que la rodean ¿qué
hacer?
Publiqué en mi
estatus del Facebook mi necesidad concreta: Un aparato de TV usado, no importa si tiene
barriga atrás. En menos de 48 horas ya el cuarto de mi mamá tenía de nuevo su
ventana de píxeles haciendo su fantástico trabajo y el río de la vida siguió
fluyendo con normalidad.
Otro día, otra
necesidad, esta vez de otro tipo de ventana para la mente navegante e inquieta de
la misma protagonista: novelas usadas de Isabel Allende. Ya yo le había regalado dos en
fechas importantes ¡y acababa de terminar la última! Ella estaba necesitando
más novelas de Isabel, para vivir vidas que no eran la suya, para pulverizar el
paso de las horas y olvidarse a ratos, de su propia y larga historia.
De nuevo escribí en
mi estatus del libro azul: ¿alguien puede prestarme alguna novela de Isabel Allende para
mi mamá? No habían pasado 3 minutos (léase bien: TRES MINUTOS) cuando ya tenía un ofrecimiento de tres novelas
listas para ser buscadas y en menos de 48 hrs ¡8 novelas en total disponibles para
los viajes fantásticos en la mente de la beneficiaria!
Agradecida hasta el
tuétano por los rápidos finales felices de estas dos importantes solicitudes para la calidad de vida de una anciana que por razones obvias me importa mucho, hago zoom en los focos de mi
agradecimiento: Doy las gracias a Mark Zuckeberg por haber inventado este país
azul y blanco de mil millones de habitantes, de los cuales 800 habitan en mi amado
espacio comunal y generoso.
Pero al final no estoy tan segura de que esta historia
se trate del Facebook y de su fascinante potencial de unirnos en esta inmensa telaraña de relaciones, sino más bien de la capacidad humana de dar amorosamente, y
de usar el potente y humilde acto lingüístico de la petición para cambiar las
realidades propias y ajenas.
Por ello, agradezco
sobre todo a Catalina, Belén, Marietta, Maruja y Susana, así como todos los que
me han dado su cariño y generosidad a mis insólitas solicitudes en Facebook.
Dejo para el final
la última palmadita, la que me doy a mí misma en reconocimiento por mi osadía. No ha sido fácil para mí aprender
a pedir, ni a recibir… (éso no lo enseñan en ninguna parte, al contrario...) ha sido un largo camino de conquistas, de crecimiento, de
humildad y de blindaje de auto-estima.
La vida es una hermosa danza de dar y recibir, de
ofrecer y pedir, dos caras de una misma moneda, dos polaridades que nos hacen
inmensamente poderosos para el bien, si logramos integrarlas con balance en
nuestro abanico de opciones para elegir.
2 comentarios:
Genial! amiga querida... como siempre muy asertiva, creativa y con ese toque de glamorosa poesía disfrazada de prosa... Bravo!
Fabuloso Luisel!
Admiro el modo en que resaltas cada pequeño detalle de tu vida.
Felicidades
Alex
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