Aun siento una suave y
reconfortante conmoción, a escasas horas de haber vivido ese viaje inaugural… una sensación de no
ser la misma, siendo la misma…
Un recuerdo con muchas aristas,
estereofónico y marcador, toca a mi puerta de tanto en tanto hasta traerme al teclado de
mi PC para narrar la historia de mi encuentro con la Ayahuasca, bebida sagrada
de los chamanes amazónicos, un brebaje
milenario cuyo uso, según estudios
realizados en la selva ecuatoriana, se remonta a 5.000 años aproximadamente
“Ayahuasca” significa en Quechua "soga que une el
mundo de los vivos con el los de los espíritus” y puedo dar fe de haber tendido
esa soga desde desde el organismo vivo que soy, hasta los confines infinitos de mi universo interior
donde habitan mis espíritus.
Sucedió el día 10 de Enero de
2012, iniciando la tarde, en un lugar único enclavado en las montañas de la
cordillera de la costa venezolana a 1.500 mts con vista al mar Caribe, llamado "Espacio Galipán", adquirido y construido con amor por mi colega coach Mary Carmen Padrón para eventos corporativos y de crecimiento humano.
Montaña, Nubes, Cielo y Mar: una combinación más que perfecta para entregar el cuerpo y el espíritu al encuentro frente a frente con la Ayahuasca de la mano del chamán de la tribu Yanacona de Colombia el “Taita” José Eliécer Silva, quien, como tantos otros miles de chamanes del pasado y del presente de las diferentes tribus indígenas de la Amazonia, aprendió de sus ancestros el oficio de facilitar el ritual de la Vida con este brebaje sagrado como herencia indígena.
Montaña, Nubes, Cielo y Mar: una combinación más que perfecta para entregar el cuerpo y el espíritu al encuentro frente a frente con la Ayahuasca de la mano del chamán de la tribu Yanacona de Colombia el “Taita” José Eliécer Silva, quien, como tantos otros miles de chamanes del pasado y del presente de las diferentes tribus indígenas de la Amazonia, aprendió de sus ancestros el oficio de facilitar el ritual de la Vida con este brebaje sagrado como herencia indígena.
“Taita” José, nacido en Pitalito,
Huila al pie de monte andino en Colombia, es un hombre joven, de mirada viva,
con verbo sabio y un humor magistral con el que podría competir y triunfar en
cualquier evento con grandes humoristas de las llamadas “stand-up commedies” (comediantes en vivo); esto me confirma que la risa
y el humor van muy bien, en su justo momento y con su dosis exacta, de la mano
de momentos mágicos de profunda ritualidad y relevancia dentro de los grupos
humanos. Cuando el rostro ríe, ríe también al alma.
Aquella tarde que devino en noche
realicé tres tomas de Ayahuasca con intervalos de dos
horas aproximadamente entre una y otra. Antes de iniciar el ritual, recuerdo
que observaba con intensa curiosidad una gran jarra transparente que contenía
ese misterioso líquido de color marrón ladrillo oscuro hecho con la corteza
lisa de la liana de Banisteropsis Caapi
mezclada con otras plantas ricas en triptaminas. En medio de aromas y brumas de
inciensos desconocidos y selváticos, lo ingerí sintiendo de inmediato su sabor
amargo servido en su dosis justa por el Chamán en una pequeña cuenca o taparita
con la instrucción de vaciarla completamente.
A partir de ese momento cada
quien buscó su espacio íntimo mientras las nubes invadían el recinto y la
lluvia comenzaba a celebrar desde el
cielo el fluir de la Ayahuasca por los ríos de los cuerpos, se hizo el
silencio que luego se fue poblando de otros sonidos de la emocionalidad humana
y de la música y cánticos que emergían de las voces e instrumentos de
percusión, de viento y de cuerdas, urdidos con maestría y amor por el equipo de
músicos-canales de la conexión con lo Sagrado.
En dos oportunidades vomité en
una bolsa que ya tenía preparada en mis manos lo poco que había en mi estómago
porque ya sabía de los posibles efectos heméticos de la Ayahuasca. Para mí, fueron vómitos, más que corporales,
simbólicos de lo que significa “botar para afuera” lo que mi espíritu NO
necesitaba, vómitos liberadores que me permitieron luego continuar en una
vivencia única e incomparable que tuvo lugar cuando al fin cerré los ojos
entendiendo claramente una frase que el Taita José dejó caer en algún momento especialmente
para mí: “El que mira para afuera, no mira para adentro”.
Cuando me atreví y decidí mirar
para adentro, lo que vi, oí y sentí fue sencillamente indescriptible…
respuestas a grandes preguntas, conexiones insospechadas, descubrimientos de
mis capacidades y de mi lugar en el mundo y en el Universo. Fue sin duda el
Encuentro más profundo, intenso y trascendental conmigo misma que he tenido en
mis 52 años. Un viaje emocional y sensorial de alto voltaje que dejó su huella indeleble en mi manera de estar y ser en el mundo.
Me agradezco el haberme atrevido
a regalarme este viaje más allá de las fronteras de la conciencia cotidiana. Reflexiono: si me
expongo sin titubeos a la mirada de un escaner óseo para ver mis huesos y
encontrarme con mi esqueleto, o a la mirada química de un aparato que analiza
mis muestras de sangre para contar lo
que se puede contar en mis ríos corporales ¿cómo no hacer lo mismo con esta
medicina ancestral enteogénica y adentrarme en los confines de mi mente, las imágenes y sensaciones que guardan mis redes
neuronales y me definen en mi escencia única?
Me agradezco la curiosidad, la
valentía y la entrega a esta poderosa experiencia desde la mujer urbana y agnóstica que
soy, nacida en Caracas, hija de un médico internista (otro tipo de chamán) y
criada en los también valiosos y necesarios estándares de la ciencia.
Agradezco a la Vida el haberme
regalado esta oportunidad de encontrarme en un plano jamás imaginado, agradezco a Mary Carmen Padrón su apertura y hospitalidad en su cálido nido montañoso, más que adecuado para estos viajes trascendentes, y
finalmente agradezco al chamán Taita José Eliécer Silva y su equipo, a toda la sabiduría
de sus ancestros contenida en él, por su generosidad y amor y, sobretodo, por
todas las veces que me miró con sus ojos dulces y me entregó con su mirada un
mensaje nutritivo desde su alma.
2 comentarios:
Luisa Elena gracias por este espacio tan maravilloso, desde mi aqui y ahora, donde busco como sabes fortalecer mi papel de sanadora y canal para ser mejor humano, conocer lo que me une al planeta y al cosmos y mi impacto sobre este planeta azul.
Luisa, que ralto tan maravilloso. Que valiente hay que ser para "mirarse hacia adentro" y encontrase con lo que realmente somos. Me enorgullese esa mujer que experimenta y crece cada dia mas, que es mi amiga. Minerva
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