Lugar equivocado


El ataúd reina en el centro de la capilla; a través de su pecho abierto se observa el holograma de la vida, la última fisonomía posible. Sobre la media tapa inferior, se extiende con sus brazos abiertos y protectores, la infaltable cruz de crisantemos blancos.

Mientras tejo sentidas palabras con otros dolientes un par de pasos más allá, se cuela súbitamente en el espacio, un colibrí con sus 80 revoluciones por segundo. Observo –paralizada- cómo se detiene esta pincelada verde metálica, casi levitando, en el buffet abierto de las flores fúnebres.

Se tele-transporta de un manjar a otro, en un festín insólito de blancos multitonales, mientras abajo, adentro… la Muerte es más Muerte cuando siente sobre su rostro el suave huracán de vida que el vuelo del comensal deja a su paso breve en este lugar equivocado.

5 comentarios:

Francisco Pereira dijo...

No sé..., pero algo me dice que el alma del fallecido era el colibrí disfrutando de la eterna felicidad.

Anónimo dijo...

Muy probablemente ese colibrí tenía como misión secreta decirnos que no tenemos ningún control de la vida y la muerte...

Anónimo dijo...

¿Será que la naturaleza está viviendo algún extraño embrujo?

Jorge Pérez-Ruiz dijo...

La vida que conocemos, manifiesta es sólo una parte del universo... la otra, no manifiesta, sólo podemos sentirla en instantes eternos... que lamentablemente descartamos en nuestro afán materialista, lógico y racional... "Todo pasa... todo se transforma...Nada queda... nade duerme... todo es enregía... Al final todo es amor... la esencia de Dios"

Anónimo dijo...

De alguna manera el colibrí, lejos de estar en un lugar equivocado, nos trajo el mensaje siempre esperanzador de que la muerte siempre trae vida, además de que es reconfortante imaginarse al pajarito ayudando a llevar el alma de nuestro deudo en su vuelo hacia el cielo. M.L.

Aquí y ahora

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