La voz no escuchada

Comienza con un sonido leve, bajo… un movimiento inusual y raro tras bastidores… un síntoma, luego dos, luego tres… avanza en silencio, pero a gritos: “¡ya estoy aquí!”, "¡llegué!” “quieras o no, voy invadiendo tus tejidos, voy sembrando de dolor tu cabeza, tu garganta, tus ojos, tus huesos… voy humedeciendo tus fosas nasales, tu laringe, tus pulmones, voy calentando tu cuerpo, 38, 39, 40 °C”.

Me tapo los oídos, sigo avanzando, me levanto y lanzo mi cuerpo invadido y debilitado a las arenas exigentes del trabajo, lo arrojo a los leones en el circo romano, donde los espectadores esperan mi performance. No quiero oír la voz del síntoma, los gritos de “¡Detente por favor!” son ahogados por los “deberías”, los compromisos de trabajo, académicos, familiares…

Durante la madrugada me despierta el temblor violento de todos mis huesos ahogados en un escalofrío, es ya un estruendo que no puedo obviar, llega la mañana y al fin me detengo, me escucho, me siento, me digo: “estoy enferma”. Es la aceptación de una certeza negada, el recibimiento de una realidad que me hace humana, no hay vuelta atrás: mi cuerpo se declara incompetente para acompañarme por las tareas planificadas del día, mi mente al fin hace las paces con esta realidad tapada con un dedo. Me encuentro frente a frente con este rinovirus que vino a recordarme de qué se trata esta lucha… me integro, hago las paces, me inundo de agua, de antipiréticos y anti-histamínicos. Miro hacia adentro, me escucho al fin, me cuido, me reconozco en mi fragilidad gigante ante lo diminuto. ME QUIERO.

Afuera, la vida ha seguido sin mí, lo que podía esperar, esperó, y lo que no, también. Reacomodos posibles, siempre posibles.

Y me pregunto ¿cómo afinar mis oídos ante el clamor de mis células los días en que la salud se esconde por un tiempo en los rincones? ¿qué malcriada -y al mismo tiempo obediente- parte de mi, me hace sorda y muda ante los clamores de mi cuerpo urgido de atención y estima?

Definitivamente es hora de comenzar a escuchar… a tiempo.


2 comentarios:

Francisco Pereira dijo...

Aaaaattchisssssssss!!!

Así te escucho en medio de tus plabras. Reflección de lo diminuto y vulnerables que somos, de lo poco que pensamos en nosotros mismos. Sin embargo ese cuerpo, ese templo está trabajando duro para reponerse por si mismo, para sacar del recinto todas las inconveniencias que en el se han podido gestar.
Asi que, reposo, limonada o tilo con aspirina y cama.

Que te mejores!!!

-Aaaaattchisssssssss!!!...
-Salud

Princesa dijo...

Pithia: mis deseos que esa batalla de microbios , seguramente ganada ya por tu cuerpo exausto de gloria vencedora, esté superada. bello tu blog y que rico que andas en los caminos de la terapia mi antiguo lar,,, un bachone, Princesa
desde Roma

Aquí y ahora

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